martes, 7 de enero de 2014

Cambios (im)previsibles

Nadie avisa cuando algo va a cambiar. Simplemente pasa. Algo cambia de un día para el otro, y en unas semanas se hace algo habitual. Meses más tarde se pierde la auténtica noción de lo que era.
Cambia todo de repente como quien prende y apaga el velador de la mesita de luz. Como quien cae dormido y despierta. Ya cambió y ni nos dimos cuenta.

Ya lejos en el tiempo y a muchos aniversarios de ese cambio todo es confuso e irreal. Nada es como era ni volverá a serlo. Lo malo no fue tan malo y lo bueno no fue tan bueno, ¿o no? No se sabe porque cambió, pero tengo una idea: se apagaron  las energías. Porque la gente se conecta. Existe un campo magnético y energético que hace que la gente cuando se necesita se atraiga mágicamente y se entrelaza, como esos viejos rulos de los cables telefónicos.

A esa persona que necesitabas y tus energías llamaron, de repente, baja la tensión, la intensidad y todo se pierde. No estoy tan seguro que sea de golpe, más bien es algo lento e imperceptible. Como cuando una vela se va quemando. La llama está, pero la cera va cayendo por los costados y la vela va reduciendo su tamaño hasta que se apaga. Y listo. Ya no prende más. Esa vela se apagó y no nos dimos cuenta. O nos dábamos cuenta y no hicimos nada para evitar que se apague.


Todo cambió y se perdió de la dimensión de lo que era. Seguro fue lindo y hubo algunas cosas que no tanto. De todas formas duele. Los cambios duelen, hasta que nos damos cuenta que “mañana es mejor”.